Argumentos
- Aquí Comitán
- 23 jun 2019
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"Del libro Cuyucuenda de Javier Omar Ruiz Goridillo" Editado por SyG editores, 2004, ISBN 968-7623-18-7
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Esa época de Gobernadores Generales, o de Generales Gobernadores, ha sido cíclica en la historia de México. Si bien estas líneas se apartan de los intereses de estudio de un arqueólogo, no es menos cierto que, como arqueólogo, como antropólogo, escuchamos en ocasiones, los prólogos de la historia.
Al General no le gustaban las reuniones, y mucho menos aquellas en que tenía que lidiar con puñados de indígenas provenientes de los linderos de la Selva Lacandona.
Pero, en fin, las tareas de un gobernador nunca son fáciles, así que, con la sola mirada indicó al secretario que hiciera pasar a la comisión campesina de Acashnajab.
La comisión, representada por aquellos indígenas que podían hablar mejor en Castilla entraron, uno a uno, tímidos y en silencio, bajo la mirada impávida del General y del secretario; se sentaron algunos en donde se les indicó y los demás permanecieron de pie, firmes, como debía de ser ante la presencia de una bandera que, sin ondular, permanecía tras el escritorio del señor Gobernador.
El General, de reojo, observó a todos y cada uno de ellos, sin poder distinguir con quién convendría hacer nexos, quién era el que tenía ascendiente sobre los demás por si lo que pedían se salía de la raya; fue entonces, como siempre, como militar que era, en licencia, al grano; con aquel vozarrón interrogó y dejó entrever amañada su simpatía por ellos.
Uno de ellos, joven y de rostro anguloso, que había permanecido atrás de los otros, intervino rápidamente al cuestionamiento.
-Venimos, Señor Gobernador porqué te pedimos que nos dejen caminar libre nuestro camión, en el camino que hiciste, no queremos usar los de transporte de línea, es caro y no llega a diario.
De manera que era esto, el viejo problema de los transportistas, del pulpo camionero contra éstos, bueno, un problema en el que él no tenía candidato, así que era mejor que se arreglaran entre ellos.
-Bueno, pues, miren, ellos compraron su camión y ahora lo tienen que pagar, ellos le entraron al ejido de ustedes y ahora ustedes deben de usarlo, porqué para eso están, para usarse.
Nuevamente el que había hablado intervino y, caramba, sí que intervino:
-Mira Gobernador, cuando tú vas a tú rancho, vas en tú coche, porqué para eso tienes o no tienes, nosotros te hemos visto, bueno, nosotros no pudimos comprar uno cada uno así que compramos uno entre todos, pues.
De manera que ahí estaba, la petición y la respuesta, y vaya que era toda una respuesta.
Así que esa media tarde el General tuvo una buena oportunidad de tomarse una jícara de pozol con la cara contenta, como no la tenía desde varios días, mucho más antes de que vinieran a verle los del pulpo camionero.
No faltaba más, él también iba a su rancho en su coche, bonito estaría que un gobernador viajara en camión de pasaje, no, si el argumento que le dieron los indios era bueno, verdad de Dios.
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