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Sonámbulo

  • Aquí Comitán
  • 12 may 2020
  • 2 Min. de lectura

Sonámbulo

Cuando era niño mi mamá me contaba historias mías saliendo a caminar dormido, y ella al darse cuenta me iba a traer, me volvía a acostar y yo quedaba profundamente sumergido en el sueño, pues nunca había despertado. Al día siguiente me lo relataban y simplemente no recordaba nada.

El problema fue después, cuando me hice muchacho, y seguía saliendo de mi cama a caminar, estando dormido.

Cuando estudiaba la secundaria seguía haciendo lo mismo, y le tocó presenciar esto a doña Amparito, de quien era su abonado; ella me regresaba a mi cama. Igualmente me platicaba las historias al día siguiente, y yo siempre sin recordar nada.

Pero en una de esas ocasiones, caminando dormido, crucé la sala y me dirigí frente a ellos hacia la cama donde estaba durmiendo una pareja; era hija de ella y estaba ahí su novio, quien hizo el intento de golpearme, aunque a tiempo lo detuvo doña Amparito, evitando así la masacre. Al día siguiente me contaron la historia y yo sin recordar absolutamente nada.

En otra ocasión, cuando era abonado de Doña Dominga Ventura, recuerdo haber soñado a mis amigos de Emiliano Zapata (Noé y Saúl López) quienes seguían viviendo en la casa de doña Amparito, y quise ir a visitarlos, pero yo estaba profundamente dormido. Cuando desperté ya estaba parado, viendo pasar muchos taxis y esperando la oportunidad de cruzar la calzada al Sumidero, allá en Tuxtla Gutiérrez. Iba de pantalón y playera pero sin zapatos, sólo con calcetines. Entonces regresé a la casa, en el camino encontré mi cobija tirada al suelo, seguramente la venía arrastrando, aunque nadie la levantó porque eran como las 2 de la madrugada. Esa vez caminé dormido casi tres cuadras.

Recientemente estaba soñando un pleito con alguien que no conozco o no recuerdo, intenté defenderme a puntapiés, y en la patada más fuerte desperté, porque no sólo lo soñé sino que la di, desde mi cama pateé hacia arriba, en el aire, hacia el techo; como todo era un sueño no tenía ningún enemigo delante.

Hace unos meses también soñaba caminar por la Ciudad de México y alguien me atacaba con un cuchillo, y al intentar esquivar el golpe giré sobre mi propio eje y pegué un brinco, cayendo de mi cama de bruces, y golpeando fuertemente mis codos y rodillas.

Pero lo más chusco de esta historia fue cuando viajaba de Xicotepec de Juárez, Puebla, hacia la capital poblana; iba en un autobús y mi compañera de viaje era una joven de quien nunca supe su nombre y ni siquiera sé si miré su rostro, pues era muy de madrugada y estaba semioscuro. Era un fin de semana y precisamente iba a donde vivía la que fue mi primera y única mujer (las demás sólo han sido mis novias).

Tan pronto me senté quedé profundamente dormido, pero de pronto descubrí que mi mano estaba escarbando en medio de los muslos de la muchacha. Desperté de inmediato, me dio muchísima vergüenza, le ofrecí mil disculpas a la chica, de quien nunca obtuve una sola respuesta, y no volví a cerrar los ojos en ese viaje, de casi 4 horas. Mi temor era que volviera a dormirme, escarbara nuevamente en medio de las piernas de la muchacha y me diera una merecida cachetada.

Ser sonámbulo es muy peligroso.

Texto e imagen

Disraelí E Ángel Cifuentes

https://www.facebook.com/disraelie.angelcifuentes/posts/149454409564010

 
 
 

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