Pintura rupestre
- Aquí Comitán
- 2 may 2020
- 3 Min. de lectura
Pintura rupestre y petroglifos
J. Omar Ruiz Gordillo
Asociada a la muy cinematográfica concepción de la edad de piedra o cavernícola, está la pintura rupestre y los petroglifos, de las cuales es posible hallar prácticamente su presencia en toda la superficie terrestre, desde muchos años atrás hasta el mismo día de ayer.
la pintura rupestre y los petroglifos son considerados algunas de las manifestaciones más antiguas del hombre, y no están del todo equivocados al considerar dos aspectos: el primero es de que, el hombre parece ser el único ser capaz de producir “arte” conscientemente y, segundo, algunas manifestaciones pictóricas, como las muy famosas pinturas de Altamira, en España, fueron realizadas hace 35,600 años las primeras, y las últimas o “más recientes” hace 13,000 años, cuando la entrada principal a la cavidad se derrumba. Esto es, las pinturas fueron realizadas en los periodos Magdaleniense y Solutrense así como en el Gravetiense hasta inicios del periodo Auriñaciense. Corresponden al llamado Paleolítico superior.
El arte pictórico (que no es creada como arte sino, quizá como práctica de magia parasimpática) hace 25,000, como las manos plasmadas en la cueva francesa de Pech-Merte, en la región de Dordoña, Francia, son dos ejemplos de pintura rupestre y petroglifos cuya visita del hombre actual han obligado a reproducir la Cueva de Altamira muy próxima a la cavidad original y, en la cueva de Pech-Merle, a limitar su visita a 700 personas diarias. El dióxido de carbono que exhalamos lesiona el patrimonio cultural.
Pero, qué son las pinturas rupestres.
Por rupestre se entiende lo relativo a las rocas; por extensión, a lo hecho por el hombre sobre rocas, sean estos pintados o esgrafiados. Al interior de esta primera aproximación debemos de mencionar que el petrograbado se logra provocando un desgaste en la superficie de la roca, bien sea por abrasión-desgaste- o percusión-golpe-. Asimismo, pictograbado o pintura rupestre es la aplicación de pigmentos orgánicos o inorgánicos sobre la superficie rocosa.
Por petroglifo entenderemos entonces el pensamiento, las ideas, representadas a través de los símbolos creados en las rocas; sobre estos símbolos habremos de regresar más adelante, pues la discusión se genera precisamente a partir de la idea, de su empleo y repetición.
La pintura rupestre, como le llamaremos en adelante, la habremos de encontrar protegida de los elementos naturales directos como el sol, la lluvia o incluso el viento, de ahí que su ubicación sea en cuevas, covachas y paredes. Los petrograbados, por el contrario, asociados a la idea de la dureza de la roca, habremos de encontrarlos al aire libre, en rocas, muchas veces sin contexto arqueológico alguno.
Al paso de los años las paredes rocosas en todo el mundo han ido nutriéndose de pinturas como forma principal de establecer un vínculo entre el que pinta o desgasta la piedra y la idea que trata de plasmar y transmitir a gente.
Los temas han sido mágicos, como cacerías simbólicas de animales para alimentos, representación e conjuntos de estrellas o escenas cuya concepción va más allá del simple trazo abstracto, o bien, en el área cultural de Mesoamérica, en México, dioses como Xóchitl-diosa mexicana de las flores-, Tlaloc- dios mexica del agua-, cuyos rostros son un antecedente prehispánico de las imágenes veneradas en iglesias y altares familiares; en ocasiones estas pinturas han ido sucediéndose una a otra, superponiéndose una sobre otra, de manera que un estudio arqueológico puede revelar la ocupación del mismo espacio durante siglos, incluyendo el siglo XX.
Y esto no es solo una idea o invención, tan solo en la periferia de la ciudad de México y de otras ciudades “modernas” hay una lamentable ocupación de cuevas hoy en día por familias completas que no han visto, ni verán en esta época de cambios, nunca otras paredes que no sean de piedra de cuevas.
Por otra parte, podemos observar que en los muros de cualquier pueblo o ciudad actual que la pintura mural se sigue realizando, aunque ya no por aquellos “Tlacuilos” o pintores de antaño, cuyo trabajo era hecho para obtener caza, honrar a algún dios o representar las estrellas. Ahora simplemente quienes hacen esta pintura la realizan con pigmentos disueltos en aerosoles y amparados al cobijo de la oscuridad, y cuyos temas, sin alcanzarles para nada el cerebro, consiste en una serie de letras que parecen pésimas copias de runas-dibujos representando una idea, fueron utilizados por los celtas, egipcios, chino, entre otras culturas. Y ya no estamos precisamente en la edad de piedra.
Ahora se les llama grafiteros. Aun cuando reconozco que hay grafiteros que si hacen arte en los muros.
Dr. J. Omar Ruiz Gordillo
Profesor Investigador Titular “C” en el INAH
Arqueólogo, Restaurador, Historiador, Escritor, Docente en la U.V.
Premio Anual INAH Francisco de la Maza 1985 y 1996
Tomado de Arqueología y Literatura
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24 de junio 2019

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